El autoexamen es una forma destructiva de autoanálisis. Es una reflexión malsana, en la que una persona se concentra en lo negativo y en lugar de resolver problemas, aprender de sus errores una y otra vez rueda a través de la situación desagradable en su cabeza. La autorreflexión afecta negativamente a la autopercepción, al estado de ánimo y al bienestar mental y físico en general. Averigüemos más sobre qué es la autoexploración y cómo librarse de ella.
Tabla
Qué es la autoexploración
En palabras sencillas, la autoexploración es en psicología un autoanálisis excesivo de acciones, pensamientos, sentimientos y experiencias. ¿En qué se diferencia la autoexploración del autoanálisis sano? Duración (el autoexamen nunca termina porque no implica encontrar soluciones a los problemas) y concentración en lo negativo. Una persona propensa al autoexamen no se fija en sus propios méritos y logros. Sólo presta atención a los fracasos, errores, carencias y debilidades.
¿Cuál es el término científico para la autoexploración? No existe un término oficial. Puedes utilizar este término: «autoanálisis destructivo y excesivo (compulsivo)».
Importante: la autoexploración aumenta la ansiedad y hace que uno se sienta peor. El autoanálisis ayuda a la persona a comprenderse a sí misma, a encontrar la causa de su mala salud y a eliminarla.
Signos
- sólo te centras en lo negativo
- tu introspección no tiene propósito, saltas de un pensamiento a otro;
- tienes un alto nivel de ansiedad persistente;
- estás atrapado en el momento, no miras al futuro y no tienes en cuenta las experiencias pasadas (a menos que sean negativas, es decir, recuerdas todos tus «pecados»);
- te comparas con otras personas y tu vida con sus vidas;
- todo el razonamiento es abstracto y carece de especificidad («ojalá», «me gustaría», «debería», «si tan sólo», etc.).
La persona no intenta analizar la situación problemática y encontrar una salida. En lugar de eso, se limita a repetir la situación desagradable una y otra vez, y a veces también fantasea de forma negativa: «Oh, debería haber hecho/debido decir eso», «¿Por qué hice eso?», «Me miró así… debo de haber hecho algo mal», «Seguro que nunca me volverá a invitar a salir». Por regla general, se trata de situaciones de fracaso y humillación, vergüenza y rabia, y otras experiencias negativas.
Al entrar en la autoexploración, la persona vuelve a vivir la situación desagradable con la misma intensidad de emociones. Esta es otra diferencia entre la autoexploración y el autoanálisis: en el primer caso, las emociones dominan a la razón, mientras que en el segundo se realiza un trabajo objetivo con los hechos.
En la autoexploración, la persona se fija en el sentimiento de su propia impotencia. No presta atención a sus recursos y a cómo pueden utilizarse o dónde conseguir herramientas adicionales para resolver el problema.
Causas
Las causas de la preocupación por uno mismo son la dependencia de las opiniones de los demás y compararse con los demás. Una persona ve el éxito y la felicidad de los demás, compara su vida con eso y se siente fracasada. Al mismo tiempo, pasa por alto los defectos de los demás, los problemas y dificultades a los que se han enfrentado. Por el contrario, sólo ve negatividad en sí mismo.
En cuanto a la percepción positiva de los demás, a menudo también está distorsionada. Una persona está segura de que tiene suerte, de que todo lo bueno le llega fácilmente y a cambio de nada. Y si reconocen que la persona se ha esforzado mucho, seguirán añadiendo: «Bueno, es inteligente. No como yo» o «Si yo tuviera su talento, también…», etc.
¡Interesante! Las personas con complejo de inferioridad se autoexaminan. Y no se dan cuenta de que este patrón de pensamiento aumenta este complejo.
El daño de la autoexploración
La autoexploración es como correr en círculos. Al principio, una persona se acusa a sí misma de algo y, debido al sentimiento de culpa, empieza a indagar en sí misma. Poco a poco, la culpa es sustituida por la ira. Entonces comienza la búsqueda de justificación. Y, por regla general, la persona encuentra una y empieza a sentir lástima de sí misma. Después, todo se repite: comete el mismo error, se siente culpable, se enfada, se justifica y siente lástima de sí mismo.
El autoexamen se basa en múltiples miedos, ansiedad, traumas no procesados y otros problemas psicológicos. Pasando del extremo de la «culpa» al extremo de «es culpa nuestra, pobre de mí, soy un miserable», la persona se protege del agotamiento y el agotamiento. Pero esto difícilmente puede considerarse una solución al problema y una táctica de comportamiento saludable. Hay que enfrentarse a las malas experiencias y los fracasos, no sólo «destrozarse». Autodestruirse no tiene ningún propósito, ni es útil.
Nota para uno mismo. La autoexcavación es una característica de las personas atrapadas en el papel de víctimas. Tienen miedo y no quieren asumir responsabilidades, luchar por su felicidad personal.
Cómo librarse de la autoindulgencia
Toda persona puede transformar la autoexploración en una introspección sana y productiva. Para ello, hay que romper el círculo vicioso. ¿Cómo? Haciéndose preguntas concretas y respondiéndolas. Ya hemos hablado de cómo realizar un autoanálisis saludable en otro artículo. Aquí esbozaremos los puntos principales que le ayudarán a librarse del autoexamen.
Cómo dejar de autoexaminarse:
- Rastree los pensamientos negativos y sustitúyalos por hechos objetivos (tanto buenos como malos). Deje de ver el mundo de forma unilateral.
- Sustituya el enfoque en el pasado por un enfoque en el futuro («¿Qué debo hacer para no volver a cometer este error?»).
- Aprende a ver tus puntos fuertes y débiles, tus fortalezas y debilidades, tus victorias y derrotas. Haz un retrato escrito de ti mismo, compuesto por los rasgos de tu personalidad. Recuerda que cada persona tiene un lado oscuro y otro luminoso. Y todos cometemos errores, pero no todos sabemos aprender de los errores y ver las oportunidades en las dificultades. Aprende a hacerlo.
- Trabaja en tus defectos. Esto te ahorrará la autocrítica. Deja de buscar excusas y de compadecerte de ti mismo. Piensa en lo que puedes hacer ahora mismo para convertirte en una versión mejor de ti mismo. De nuevo, cíñete a la regla de la especificidad: qué, por qué, cómo y cuánto tiempo vas a hacerlo. Ya hemos aprendido a fijar objetivos. Aprende a ver el propósito principal y el sentido de la vida, entonces todo lo demás lo percibirás como algo sin importancia, que va y viene, solucionable.
Al mismo tiempo, puedes trabajar con la autopercepción. Haz dos retratos de ti mismo: tu yo real y tu yo ideal. El segundo es con el que debes compararte y al que debes aspirar. Ten en cuenta que el yo real debe basarse en tus características psicológicas individuales, es decir, es el «tú» en el que realmente puedes convertirte con el debido esfuerzo. Sin embargo, no olvides que no existe un ideal (sólo este elemento del autoconcepto se denomina así en psicología), es decir, el proceso de alcanzar la imagen del Yo-real es continuo. Además, en el proceso de la vida este retrato cambiará. Ya lo verás.
¡Importante! Si no puedes hacer frente al problema por ti mismo, entonces busca un psicólogo que te ayude a deshacerte del mal hábito y sus causas.
Mi experiencia
Mis intentos de arreglarme a mí mismo empezaron hace mucho tiempo, probablemente en la adolescencia (si no antes). Pero en aquella época cualquier buena intención acababa exactamente en la autoexigencia y el autoabuso. La aparentemente inocua y simple pregunta «¿Por qué han hecho eso? Supongo que yo…» o «¿Por qué lo hice/no lo hice?» acababa en autoodio y autocompasión. Por cierto, había más preguntas con orientación hacia otras personas (creo que esto está directamente relacionado con la dependencia de los demás, la fijación en la evaluación de otras personas).
Crecí, me hice más inteligente, profundicé en la psicología. Y ¡oh, milagro! Poco a poco, el razonamiento abstracto fue sustituido por preguntas concretas, y la búsqueda de todos los males en mí mismo fue sustituida por un sano análisis de la situación, de los motivos de otras personas y de mis actos. Me acostumbré a repetir la frase «Lo que ha pasado, no se puede cambiar», y después a concentrarme en lo que tenemos. Como yo lo llamo: «Trabajemos con los datos en bruto en el momento presente». Por supuesto, a veces mis pensamientos seguían derivando hacia la negatividad y el «y si…» sin sentido, pero me obligaba a volver a la realidad. Poco a poco aprendí a ser dueña de mi vida, a responsabilizarme de mí misma, a cambiar las circunstancias o adaptarme a lo que no se puede cambiar ahora o en absoluto.
Gracias a un método de autoestima, pude aceptar el hecho de que todas las personas cometen errores. Al menos, todas las que intentan vivir como quieren y no dejarse llevar por la corriente. En los momentos difíciles de mi vida, sigo diciéndome: «Me equivoqué. Ya me he equivocado antes. Y volveré a equivocarme. No sé cuándo ni dónde, pero ocurrirá. Así es la vida. Sí, lo que ha pasado ahora es desagradable, pero se pasará. No por sí mismo, por supuesto, pero con mi ayuda. Por cierto, ¿qué puedo hacer ahora mismo para mitigar/neutralizar las consecuencias del error? ¿Y qué puedo hacer a largo plazo para no repetir el mismo error?».
¡Importante! Es normal cometer errores, pero no es normal cometer el mismo error dos, tres o más veces.
Conclusión
La autodigestión se produce cuando una persona se encuentra en circunstancias traumáticas o intenta seguir las creencias de otra persona, es decir, en lugar de «querer» elige «necesitar». Para dejar de devorarse a sí mismo, hay que aprender a vivir en armonía con uno mismo y de acuerdo con los propios intereses, necesidades y deseos. La autoexploración termina cuando una persona encuentra sentido a su vida, aprende a apreciarse, quererse y respetarse. Porque junto con esto desaparece la dependencia de las opiniones ajenas, el hábito de compararse con los demás, el deseo de agradar a todo el mundo, el miedo a la vida.
Fecha de publicación: 11-16-2023
Fecha de actualización: 11-16-2023