Cómo se manifiesta la crisis de los 3 años en un niño: signos y síntomas

A lo largo de su vida, una persona vive varias crisis de edad. Una de ellas se produce a los 3 años. Se trata de un periodo difícil tanto para el niño como para los padres.

No es de extrañar, ya que el bebé de ayer, que hace poco empezó a mantenerse firme sobre sus pies, de repente empieza la lucha por la independencia. A veces, su comportamiento hace que mamá y papá tomen sedantes.

¿Qué les ocurre a los niños durante este periodo? ¿Cuáles son los signos, síntomas y manifestaciones de la crisis de los 3 años en un niño?

¿Cuáles son las características y fenómenos del periodo de crisis?

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A esta edad, el niño empieza a reconocerse como persona. Antes, sus deseos no eran tomados en serio por los adultos.

No se trata de las necesidades básicas de comida, bebida, etc. Si el niño intentaba hacer lo que no puede, se distraía con algo interesante, brillante, por ejemplo, un juguete.

Ahora todo es diferente. Tiene deseos que a menudo contradicen los deseos de los padres. Y él trata de defenderlos, haciendo rabietas, escándalos o simplemente repitiendo una y otra vez «y yo quiero».

Este deseo de autonomía e independencia complica la relación con papá y mamá. Estos últimos a veces no entienden qué le ha pasado a su hijo casi perfecto y tratan de insistir por su cuenta. Pero este método de influencia no es eficaz.

Cómo empieza: las principales manifestaciones

Los signos de crisis en los niños de tres años se denominan condicionalmente siete estrellas. Por su aparición se puede juzgar que ha llegado uno de los periodos más difíciles en la vida del mendrugo.

Negativismo

No se trata de una banal desobediencia infantil. Se trata de un rechazo de sus deseos, incluso en su propio detrimento. Es decir, el niño quiere lo mismo que los padres. Pero se niega obstinadamente.

Por poner un ejemplo, imaginemos a un niño pequeño jugando al aire libre. Su madre le ha llamado para comer. Está cansado y tiene mucha hambre, pero no tiene prisa por volver a casa. Hace caso omiso de la petición de sus padres no porque quiera ir a dar otro paseo. Este es el negativismo mismo, la confrontación incluso cuando los deseos coinciden .

Obstinación

Este síntoma de la crisis es similar al anterior. Pero hay una diferencia importante: la atención no se centra en una persona concreta (en el ejemplo anterior es mamá), sino en el entorno, las normas, las costumbres, etc.

Lo más frecuente es que la terquedad se manifieste en aquellas familias en las que mamá y papá o los representantes de la generación de más edad que viven en el mismo piso tienen puntos de vista opuestos sobre la educación.

El niño testarudo es como si no oyera el discurso que se le dirige. Ignora absolutamente todas las exigencias y peticiones. Así, si se le pide que retire los juguetes desparramados, seguirá jugando.

Terquedad

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No se trata de perseverancia, que ayuda a conseguir objetivos en cualquier circunstancia. El niño se mantiene obstinadamente por su cuenta incluso en los casos en que su opinión o sus deseos ya han cambiado.

Un niño testarudo ignorará una invitación a cenar hasta el último momento porque está construyendo un castillo con cubos.

Un niño testarudo no irá a la mesa sólo porque hace unos minutos haya dicho que aún no tiene hambre. De hecho, tiene hambre.

Despotismo

Un niño de tres años intenta manipular a los adultos. Exige satisfacer hasta sus deseos más insignificantes. Y estas exigencias van acompañadas de gritos, lágrimas y rabietas.

Ejemplo: el deseo de poseer indiscriminadamente la atención de mamá. Si la distraen otros niños, el niño muestra celos, hace daño a un hermano o hermana, monta intrigas.

Aprecio

Los niños de tres años ya no valoran las cosas que solían valorar. Pueden romper juguetes, tirar de la cola de su gato favorito, estropear libros, etc.

La devaluación también afecta a las personas. El niño puede ofender a sus padres, abuelos, inventar apodos ofensivos para ellos, pegar, pellizcar, morder.

Además, en su discurso suele aparecer lenguaje soez. Los niños no dudan en ponerlas en el diálogo para molestar a sus padres.

Ingenuidad

Al pasar por la crisis de los 3 años, el niño se vuelve más independiente. En todos los casos, intenta arreglárselas solo, sin ayuda de los adultos. No le importa que las fuerzas no sean suficientes o que las oportunidades sean limitadas.

En algunas situaciones, este comportamiento es loable, por ejemplo cuando su hijo se niega a ayudarle a vestirse. Pero, ¿y si aparta la mano de sus padres en una carretera con mucho tráfico o enchufa un electrodoméstico en la cocina?

Protesta

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El niño se rebela contra normas aparentemente lógicas. Por ejemplo, protesta contra comer e irse a la cama a la misma hora.

Se opone al comportamiento tranquilo en la tienda y en la calle, al manejo cuidadoso de libros y juguetes. Suele hacerlo gritando, haciendo berrinches.

Las rabietas reducen las defensas del organismo. El estrés se acumula, pero no encuentra una salida, lo que da lugar al desarrollo de la autoagresión.

Diferencias en el curso en niños y niñas

Curiosamente, en las niñas y los niños, la crisis de la edad transcurre de forma diferente. Las primeras comprenden rápidamente que se puede manipular a los adultos y ponen en práctica hábilmente sus habilidades. Los segundos, por el contrario, no pueden expresar así sus deseos y emociones. Se vuelven retraídos y agresivos.

¿Cuáles son los aspectos positivos?

A pesar de una serie de dificultades, la crisis de los 3 años tiene aspectos positivos. El niño pasa a un nuevo nivel de desarrollo. Tiene conciencia de sí mismo, deseo de independencia, fuerza de voluntad. Sus juegos y relaciones con los adultos se hacen más conscientes.

«Detrás de cada síntoma negativo de una crisis hay un contenido positivo» — L.S. Vygotsky.

¿Qué caracteriza el final del periodo?

Antes del periodo de crisis, el niño depende completamente de sus padres. Durante la crisis de los 3 años lucha por independizarse. A veces estos intentos de independizarse parecen ridículos y ridículas, pero desempeñan un papel importante.

En cuanto el bebé aprende a relacionarse correctamente con los adultos, a determinar cuándo necesita ayuda y cuándo puede prescindir de ella, podemos decir que ha pasado a una nueva etapa de desarrollo.

¿Por qué es importante no sólo conocer, sino también saber distinguir los síntomas?

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Si los padres saben lo que les espera durante la crisis de los tres años, les resultará más fácil afrontarla. Muchos adultos ni siquiera sospechan lo que les espera .

Por eso, perciben el negativismo, el despotismo, la terquedad y otras manifestaciones simplemente como mal comportamiento. Regañan al niño, intentando cambiarlo. Y esto es fundamentalmente erróneo.

La forma en que los padres se comportan en uno de los periodos más difíciles para el niño, afectará en muchos aspectos a su vida futura. Esto se notará especialmente en la adolescencia, porque los mecanismos para superar estas situaciones son los mismos.

Conclusión

La crisis de los 3 años en un niño tiene aspectos negativos y positivos. Sin ella, es imposible un mayor crecimiento personal.

Por lo tanto, para hacer frente a la terquedad, la obstinación, la desvalorización y otros síntomas desagradables, es necesario tener paciencia y mostrar sabiduría. Gritar e intentar cambiar una pequeña personalidad no servirá de nada.

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Fecha de actualización: 11-16-2023