El efecto espectador es un fenómeno en el que los transeúntes dejan desatendidas a las personas que necesitan ayuda. Puede reunirse una multitud en la calle, pero ninguno de ellos se apresura a ayudar a una persona necesitada.
Esto no habla de crueldad e indiferencia, sino de las peculiaridades de la psicología colectiva.
Tabla
La triste historia de Kitty Genovese
Katherine o Kitty Genovese es la víctima más famosa que cayó bajo los efectos del efecto espectador, que más tarde también se conoció como síndrome Genovese.
La joven, de 29 años, vivía en el tranquilo barrio de Kew Gardens, de baja criminalidad, y trabajaba como encargada de un bar. La noche del 13 de marzo de 1964, Kitty volvía a casa del trabajo y se fijó en un hombre sospechoso del que intentó huir.
El agresor alcanzó a la víctima y empezó a apuñalarla, tras lo cual uno de los vecinos gritó por la ventana que dejaran en paz a la chica. El asesino huyó y la Genovese herida intentó arrastrarse hasta su casa. Al parecer, al menos 10 personas lo estaban viendo todo, pero nadie salió a salvar a la vecina.
El hombre volvió y la apuñaló varias veces más, huyó de nuevo y regresó justo cuando Kitty se desplomaba dentro de la casa y yacía en el suelo sangrando. El asesino violó a la exhausta muchacha y le dio el golpe final.
Durante algún tiempo nadie llamó ni a la policía ni a una ambulancia, pero uno de los vecinos recapacitó y llamó a los servicios pertinentes. Pero ni siquiera esto salvó a la víctima: la chica murió de sus heridas de camino al hospital.
Más tarde se identificó al asesino: se trataba de un obrero de piel oscura, Winston Mosley, que ya contaba con dos asesinatos en su haber. Esto se supo no inmediatamente, porque estaba «limpio» en la policía. El autor fue condenado a cadena perpetua, aunque debería haber sido ejecutado en la silla eléctrica. Mosley falleció en 2016, y durante su encarcelamiento escribió regularmente mociones para reducir su tiempo en prisión.
En 1968, este caso fue descrito por los científicos Bibb Latane y John Darley. Los estadounidenses estudiaron el efecto espectador y realizaron un experimento social para identificar las razones por las que la gente no actúa en una situación crítica.
Se invitó a los estudiantes a participar en el experimento. Cada participante estaba en una habitación aislada y no veía a otros miembros de la experiencia. Se dijo a los jóvenes que podían recibir apoyo psicológico tras contar sus problemas durante dos minutos. La comunicación se realizó a través de un enlace de audio.
Los alumnos se dividieron en grupos de 2, 3 y 6 personas. En cada grupo había un actor, presentado a los demás como participante igualitario en el experimento. Antes de iniciar la conversación, se le advirtió de que podría sentirse mal. En consecuencia, el actor empezaba primero la historia, representaba un ataque y pedía ayuda. Todo esto se escuchaba bien en el enlace de audio.
El resultado del estudio fue una estadística decepcionante:
- en grupos de dos, el 85% de los participantes pidieron ayuda;
- en grupos de 3, el 62%;
- en grupos de 6, sólo el 31%.
El efecto espectador o «bystander effect» se basa en la dispersión de la responsabilidad. Cuanta más gente hay, menos responsabilidad personal tiene cada persona. Todo el mundo espera que otra persona ayude a alguien necesitado.
Esto es exactamente lo que reveló el experimento de Darley y Latane.
Otros casos del efecto testigo
Por desgracia, el caso de Kitty Genovese no es un caso aislado, y cualquiera puede encontrarse en una situación así. En este caso, cada testigo se convierte en partícipe del crimen por no haber prestado ayuda.
Las tragedias que ilustran el efecto espectador ocurren con regularidad en el mundo. La mayoría terminan tristemente, pero algunas víctimas se salvan.
En 2009, un instituto de Virginia (Estados Unidos) celebró un baile de graduación. Al final de la celebración, una de las graduadas fue violada y golpeada por varios chicos. Unas 20 personas presenciaron este horror, pero nadie ayudó a la chica. Además, los jóvenes se divertían y filmaban sus «aventuras» por teléfono.
En 2011, un niño chino salió corriendo a la calzada y fue atropellado por un coche que pasaba. El conductor no se detuvo, los viandantes no prestaron atención y la niña, aún con vida, quedó tendida en la calzada. A los pocos minutos, la niña volvió a ser atropellada por un coche, pero hasta morir. Finalmente, una mujer al azar se percató de la presencia de la niña y llamó a su madre, que se encontraba cerca.
Los accidentes de tráfico y los atropellos de peatones suelen pasarse por alto, aunque una ayuda a tiempo podría salvar cientos de vidas. La gente es atropellada constantemente en las carreteras, pero nadie se apresura a llamar a una ambulancia y prestar primeros auxilios.
Todos estos son ejemplos del efecto espectador en acción.
Qué hacer si necesitas ayuda y estás en un lugar concurrido
Los experimentos han revelado un algoritmo que aumenta las posibilidades de obtener ayuda. En una multitud, la responsabilidad se disipa, así que hay que actuar con rapidez y claridad:
- Pide ayuda a personas concretas. Llama con una señal perceptible, como una persona con chaqueta verde, un hombre con un perro, una mujer con un bolso.
- Intenta ser claro sobre qué acción tomar. Por ejemplo, pide una ambulancia, ayuda para llegar a un banco, agua.
- Si es posible, mantén la calma y la lucidez. Esto alejará el pánico y el miedo de las personas que te rodean.
Conclusión
Ayudar al prójimo es algo que nos enseñan desde pequeños. No se nos habla de los efectos y fenómenos psicológicos porque la mayoría de la gente no es consciente de ellos. Ahora que conoces los efectos reales del efecto espectador, cuéntaselo a tus conocidos. Quizá en una situación crítica seas tú quien salve la salud y la vida de una persona.
Fecha de publicación: 11-16-2023
Fecha de actualización: 11-16-2023