La crisis de los 3 años es un periodo inevitable de crecimiento y desarrollo del niño. La etapa difícil suele caracterizarse por una terquedad excesiva, protestas, rabietas y testarudez.
Incluso los niños más tranquilos, que no son típicos de este tipo de comportamiento, se vuelven desobedientes e incontrolables.
A los 3 años, cualquier niño se esfuerza por demostrar a los demás su valía y su edad adulta, aparecen los primeros deseos estables y los niños defienden fácilmente su derecho a ello, demostrando a los adultos la seriedad de sus intenciones.
Los caprichos afectan a todas las esferas de la vida: el régimen de sueño y descanso, la elección de un dibujo animado o de lápices de colores, la duración de un paseo, el estampado de una camiseta, etcétera. A menudo el negativismo se manifiesta fundamentalmente a petición de un adulto — el niño simplemente hace todo lo contrario, incluso si no hay ningún beneficio especial para él de esto.
La crisis de los 3 años — es una época de descubrimientos y descubrimientos, la edad del despertar de la imaginación y de la realización de sí mismo como persona. El final del período difícil está marcado por la aparición de nuevas formaciones características.
- ¿Cuáles son los fenómenos?
- ¿Qué provoca la aparición de dificultades?
- ¿A qué pueden atribuirse los cambios?
- Orientación de la personalidad
- Conciencia
- Autonomía
- Autoestima
- Identificación personal
Tabla
¿Cuáles son los fenómenos?
La crisis de los 3 años, como cualquier otra etapa crítica de la edad, tiene un complejo sintomático especial: las principales manifestaciones características de la mayoría de los niños. Sólo se puede hablar con exactitud del inicio de la crisis cuando todos o la gran mayoría de estos fenómenos se manifiestan en el comportamiento del niño.
- Negativismo . No se trata sólo de desobediencia y deseo de hacer lo contrario. En casos extremos, el negativismo puede llegar al absurdo — una camiseta no es negra, sino blanca, el nombre de la mascota no es Jack, sino Baikal, y así sucesivamente. Los niños pueden incluso actuar en contra de sus propios deseos.
- Obstinación . El niño insiste en algo no porque realmente lo quiera, sino porque se lo han dicho los adultos — la sed de aceptación de su decisión por parte de los que le rodean. Por ejemplo, después de haber asumido la responsabilidad de ayudar a su madre a llevar bolsas pesadas a la casa, el niño en ningún caso no se negará a sus palabras, y cuando los padres tratan de facilitar objetivamente su vida comenzará a ser terco.
- Terquedad . Se expresa en forma de protesta impersonal. El niño se rebela contra todo, niega la importancia de cosas o acciones que antes eran parte integrante de su vida.
- Obstinación . El niño en periodo de crisis intenta mostrarse independiente en todo. No aceptará la ayuda de los demás aunque no lo consiga en absoluto.
- Despotismo . Algunos niños parecen poner a prueba deliberadamente la fortaleza de sus padres. Escándalos y rabietas irracionales, manipulación, subterfugios — cualquier acción que pueda desequilibrar emocionalmente.
- Celos . La crisis se manifiesta a menudo en los celos de un miembro de la familia hacia el resto, exigiendo una atención implacable hacia sí mismos.
- Deterioro . Los niños a la edad de 3 años muestran una agresión irracional a todo lo que les rodea — pueden causar, en la medida de lo posible, dolor físico a sus seres queridos o mascotas, mutilar un juguete favorito, romper una foto memorable.
El niño aprende a expresar su actitud ante el entorno o, mejor dicho, a insistir en su derecho a hacerlo. En esta etapa del desarrollo, los cambios psicológico s-cambios mentales y sociales en la conciencia del niño- son inevitables.
¿Qué provoca la aparición de dificultades?
Hasta los tres años, los niños tienen una actitud subjetiva ante la realidad que les rodea: conocen la variedad de objetos, sus características y sus propósitos.
Sin embargo, con el tiempo llega un momento en que el niño no sólo quiere acumular nueva información y repetir las manipulaciones de los adultos. Aparecen sus propios deseos, motivos, motivaciones y un deseo irresistible de ponerlos en práctica, de ser activo, de probar un nuevo modelo de comportamiento. La sed de autonomía marca la situación de crisis.
¿A qué pueden atribuirse los cambios?
Los niños siguen dominando la materia y las formas de comunicación principalmente junto con los adultos, pero la principal diferencia con la etapa anterior del desarrollo radica en el despertar de la subjetividad.
Todas las nuevas formaciones del periodo de crisis están relacionadas con ella: orientación personal, conciencia, autonomía, autoestima, identificación personal.
Orientación de la personalidad
Una vez descubiertos todos los encantos de la existencia autónoma, el niño tiene naturalmente la necesidad de realizar sus conocimientos y sus suposiciones en la práctica, en actividades y de establecerse en relaciones con un círculo de personas significativas.
Conciencia
En la conciencia del niño, éste llega a confiar en que todas sus acciones conducen de algún modo a un resultado determinado. Aprende a controlar sus deseos, previendo de antemano lo que va a resultar.
Autonomía
Los niños se dan cuenta de que el resultado final depende del grado de esfuerzo que pongan en ello. Buscando probarse a sí mismos en todo, realizan con diligencia una actividad para poder responsabilizarse de ella.
Autoestima
La autoestima se manifiesta en un sentimiento emocionalmente positivo de uno mismo. El apoyo y los elogios se llevan directamente a su cuenta personal. Los niños aprenden a estar orgullosos de sí mismos y de sus logros, a presumir y demostrar los resultados de una actividad.
Identificación personal
Los límites del mundo se amplían gradualmente y el niño empieza a darse cuenta de que hay otros que son mejores y tienen más éxito que él.
Si al principio los bebés son caprichosos y exigen atención sólo para sí mismos a cambio de nada, más tarde aprenden a analizar las razones por las que alguien recibe más cariño y, en consecuencia, cambian sus actividades y su actitud hacia los demás.
¿Qué ocurre después?
Al final de la crisis de los 3 años, el capricho y el nerviosismo del niño disminuyen notablemente. Se vuelve más tranquilo y razonable, se siente responsable de sus actos y empieza a asumir de antemano cómo conseguir un resultado mejor.
El niño, a pesar del valor de la independencia y la separación de los padres, se da cuenta de que hay ciertas normas y restricciones que deben cumplirse y las acepta.
¿Por qué es importante reconocer la esencia del crecimiento?
La formación y el desarrollo de la personalidad de un niño en todas las etapas de la edad adulta están directamente influidos por el estilo de crianza y las pautas de comportamiento de los adultos que le rodean.
Es importante que los padres comprendan y reconozcan las razones por las que un niño se ha vuelto desobediente y caprichoso y, de acuerdo con ello, entablen relaciones con él de forma que no se agrave la situación.
A los niños de esta edad se les debe tratar con comprensión, y no demostrar agresividad cada vez que el bebé se resista. Sólo de esta manera se puede contribuir al desarrollo armonioso de la personalidad.
Conclusión
La crisis de los 3 años es un periodo difícil pero inevitable en la vida de todo niño. Se caracteriza naturalmente por manifestaciones negativas: terquedad, agresividad, histeria.
Estos síntomas no pueden evitarse, porque el bebé está aprendiendo a controlarse y a conocer las normas de comportamiento. Sólo a través de la experiencia adquirirá conocimientos, destrezas y habilidades que le permitirán coexistir en armonía con el mundo que le rodea.
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Fecha de publicación: 11-16-2023
Fecha de actualización: 11-16-2023