El síndrome del vigilante es un comportamiento en el que una persona intenta por todos los medios expresar su propia superioridad. La forma más fácil para él de hacerlo es utilizar su posición oficial. Muchos confunden este trastorno con la mala educación banal. Para tratar el síndrome de wachter — lo que es, es necesario comprender sus causas, signos y manifestaciones.
Tabla
Definición del concepto de síndrome
En palabras sencillas, el síndrome del conserje en psicología es una forma de comportamiento humano en el que busca mandar y controlar todo lo que le rodea, imponiéndose de esta manera.
Lo más frecuente es que se manifieste en las relaciones laborales: en la comunicación con compañeros, empleados o visitantes. Por ejemplo, este comportamiento es característico de los funcionarios de poca monta (se fijan en los pequeños defectos del trabajo), los propietarios de pisos de alquiler (buscan específicamente el polvo en lugares de difícil acceso, etc.), los guardias de seguridad (consideran su deber realizar una inspección minuciosa aunque no haya motivo para ello).
El comportamiento de las personas con síndrome del conserje puede confundirse a veces con una agresión pasiva, pero en realidad sus acciones tienen motivos diferentes. Una persona con síndrome del conserje utiliza y provoca a la gente para aumentar su autoestima y satisfacer su ego. Y el objetivo de la agresión pasiva es llevar al interlocutor a un conflicto o simplemente causarle emociones negativas.
Causas de aparición
Si una persona no consigue desarrollarse, pisa un lugar y no logra ningún objetivo significativo para él, entonces sin duda tiene el deseo de conseguir al menos un mínimo de poder. Por lo tanto, al conseguirlo, la gente intenta utilizar esta oportunidad al máximo, sin darse cuenta de lo inapropiado de tal comportamiento.
El síndrome de Wachter puede ser provocado por factores como:
- la necesidad de autoafirmación;
- la sustitución de los propios defectos;
- el deseo de convertirse en un empleado útil e insustituible;
- el deseo de aumentar la importancia de uno mismo;
- El deseo de controlar a los demás y tener poder sobre ellos.
El puesto que ocupa una persona con síndrome del conserje no suele ser el de mayor responsabilidad. Por lo tanto, él o ella tiene que fingir ser muy activo con el fin de mostrar a todos su importancia. Por ejemplo, estas personas creen que cuantos más defectos e infracciones hayan detectado en su trabajo, mejor y más correcto será.
Las profesiones entre las que se encuentra con más frecuencia el síndrome del vigilante son:
- conserjes y guardias de seguridad (de ahí el nombre revelador del síndrome);
- pequeños burócratas;
- mandos intermedios;
- secretarias y contables;
- recepcionistas y gestores de documentos;
- guardarropa;
- auxiliares y técnicos de laboratorio.
Estas personas en su trabajo sólo resuelven asuntos corrientes, pero eso no les impide menospreciar a los demás y expresar su condescendencia (metiéndose con las cosas pequeñas o, por el contrario, metiéndose en la situación).
Signos del síndrome del conserje
Los signos del síndrome del conserje incluyen:
- arrogancia, a menudo inapropiada
- un sentido inflado de la propia importancia;
- ego;
- comportamiento agresivo hacia los demás;
- soledad;
- falta de tacto;
- emotividad excesiva;
- temperamento explosivo;
- sarcasmo.
Todas las personas con el síndrome del conserje están unidas por el deseo de mandar, que no han realizado, trabajando en el mismo puesto durante muchos años, teniendo un salario medio y un estatus social bajo.
Las pautas de comportamiento que se desarrollan en estas personas les dificultan vivir cómodamente en sociedad: es difícil encontrar amigos y mantener relaciones con ellos, es difícil crear una familia. Incluso encontrar a alguien con quien hablar de las cosas cotidianas es difícil.
Las personas expuestas al síndrome de Vachter causan muchos problemas a sus colegas. No confían en nadie, creen que el trabajo continúa sólo gracias a sus esfuerzos, por lo que se quejan constantemente, pillan a la gente incluso en los pequeños errores y no tienen pereza en informar de todo al jefe.
Formas de comunicación
Al interactuar con personas que padecen el síndrome de Wachter, hay que recordar algunos puntos clave que ayudarán a que la comunicación sea menos tóxica:
- A veces vale la pena fingir que reconoces todo el poder del «conserje»: esto ayudará a resolver la cuestión con bastante rapidez. La forma más fácil de hacerlo es agradeciendo a la persona su trabajo, o señalando que las cosas se habrían llevado mucho peor sin ella.
- Seguirle el juego, el deseo de charlar informalmente tomando una taza de té y el interés sincero por los asuntos del interlocutor elevarán su autoestima. Esto tendrá un efecto positivo en el tono de la comunicación. Pero debe hacerse con la mayor naturalidad posible, para que no parezca abuso y servilismo.
- Si los métodos anteriores no le resultan cercanos, merece la pena hacer hincapié en un estilo de comunicación seco y formal. El «conserje» debe sentirse una persona de carácter fuerte, que no se doblegue ni reaccione ante comentarios cáusticos, y que además conozca firmemente sus derechos. Sólo una persona así puede lidiar con el mal humor de un enfermo.
- En casos especiales, cuando ninguna de las tácticas no funciona, se puede recurrir a la astucia. Las personas con síndrome del vigilante, por muy comandantes que se sientan, cumplen las instrucciones de sus superiores. Por lo tanto, en caso de desacuerdo, vale la pena llamar a la dirección de la organización o simplemente declarar al «conserje» su intención de hacerlo.
- La arrogancia y el amaneramiento de una persona con el síndrome del vigilante — su arma, que provoca a los demás. Por lo tanto, no responder a los comentarios y permanecer indiferente a todas las púas — una excelente táctica de comportamiento con este tipo de personas. No les quedará más remedio que cumplir tu petición.
- El deseo de un enfermo de ganar poder sobre los demás es tan grande que la cortesía elemental puede percibirla como debilidad. Para que no empiece a mostrar su poder y autoridad, tienes que pensar claramente de antemano cómo expresar tus pensamientos de forma más concreta y sin delicadezas innecesarias.
- Las personas con síndrome del conserje sólo pretenden ser responsables de todo. Cuando llega el momento, y sus acciones y decisiones pueden suponer una gran diferencia en el desempeño de sus funciones, el «conserje» se asusta y trata de permanecer invisible. Esta característica puede utilizarse para resolver rápidamente sus problemas personales.
Métodos de tratamiento del síndrome del conserje
Una de las formas más eficaces para tratar el síndrome del conserje psicólogos consideran que el cambio de lugar de trabajo. Si te hace constantemente nervioso, sentir la tensión emocional y no da perspectivas, entonces esta es una razón seria para pensar en el futuro. Vale la pena entender que el trabajo es un medio, no un fin, y honestamente responder a ti mismo: ¿qué éxitos en la vida le gustaría lograr.
Si el trabajo no provoca una gran respuesta negativa, entonces merece la pena probar los siguientes métodos:
- Encuentre una afición que le proporcione placer y le ayude a desconectar de los pensamientos sobre el trabajo.
- Pase su tiempo libre en compañía de familiares o amigos.
- Empieza a practicar cualquier tipo de deporte.
- Planifique sus vacaciones de modo que disponga de un fin de semana completo y un día festivo (es conveniente pasarlo lejos de casa, en un entorno desconocido).
- Establezca una norma: deje el trabajo en el trabajo, no asuma responsabilidades adicionales en casa.
- Haz un seguimiento de tu estado de ánimo, controla tus emociones (por ejemplo, empieza un diario o un rastreador especial).
- Deja a un lado todos los pensamientos aterradores, piensa detenidamente y decide si merece la pena dejar todas tus fuerzas por este trabajo en particular. Después de todo, incluso a los 40 años no es demasiado tarde para cambiar radicalmente de ámbito de actividad.
Si notas al menos algunos signos de ese comportamiento tóxico, es útil saber cómo resistirse al síndrome del conserje:
- realizar un análisis exhaustivo de todas las áreas de tu vida, admitir honestamente ante ti mismo dónde hace tiempo que se requieren cambios;
- cambiar el entorno habitual durante un tiempo, distraerse de los problemas cotidianos y del modo habitual del día;
- desglosar su trabajo en pros y contras para evaluar objetivamente la situación actual;
- cuando decidas cambiar de trabajo, no te sumerjas en aquello a lo que estás acostumbrado, sino que intenta actuar con decisión y cambiar radicalmente de ámbito de actividad (si fracasas, no pierdes nada, sino que sólo ganas nueva experiencia);
- si es necesario, acude a una sesión con un psicólogo que te escuche y analice el problema con una mente abierta.
En cualquier caso, lo más importante es encontrar y dar salida a tus emociones, para que no las almacenes en ti mismo y no las transfieras a los demás. La descarga oportuna y la relajación ayudarán a mirar la vida con otros ojos.
Ejemplos de una persona con síndrome de vakhter de mi vida
Seguro que todo el mundo ha conocido al menos una vez a una persona que padece el síndrome del conserje. Por ejemplo, todo el mundo estudió en la escuela, el colegio o la universidad. Las personas que trabajan literalmente como conserjes no pierden la oportunidad de acosar y hacer daño a un alumno o estudiante inofensivo. Zapatos sucios, llegar tarde a clase, perder el par, aspecto descuidado: una persona «conserje» se preocupa de todo hasta el más mínimo detalle.
En mi experiencia con estas personas, siempre he observado que consideran que su especialidad es estar pendientes de todo. Al fin y al cabo, ahí radica su singularidad e irremplazabilidad: ¿quién si no va a decir a todo el mundo que el subdirector ha venido hoy con botas nuevas? ¿Y se habría enterado por otra persona de que Vania, una alumna de segundo curso, se saltó la primera lección y vino a clase con un gran ojo morado?
Y mientras la gente, ocupada con su vida y el desarrollo de su carrera, parece una información insignificante, una persona con síndrome del vigilante está deseando compartir sus fuentes con los demás.
No en vano tenemos el estereotipo de que los guardias de seguridad, conserjes o recepcionistas del trabajo leen los periódicos con los últimos cotilleos o llaman a conocidos: «¿Hola, Galochka? Te vas a morir!». Todo esto les hace sentirse importantes y necesarios entre personas que sienten verdadera pasión por su trabajo y su vida.
Conclusión
El síndrome de Wachter es un problema al que sin duda hay que prestar atención. A partir de una fase grave, es poco probable salir por su propio pie y reconocer sus errores. Por lo tanto, todo el mundo debe recordar que siempre es posible cambiar algo, si la vida actual no le conviene y parece ordinario.
Fecha de publicación: 11-16-2023
Fecha de actualización: 11-16-2023