Una persona abierta — quién es esta persona y cómo llegar a serlo

Una persona abierta es alguien que no tiene miedo y no se avergüenza de expresar su opinión, compartir sus pensamientos y sentimientos con los demás, hablar de su experiencia (con éxito y sin éxito, victorias y derrotas) y sobre sí mismo (ventajas y desventajas, fortalezas y debilidades, aficiones, etc.). También es alguien dispuesto a escuchar a cualquiera e intenta comprender y aceptar a todas las personas con las que se relaciona. Veamos más de cerca quién es una persona abierta y en qué se manifiesta la apertura. También aprenderemos cómo llegar a ser una persona abierta.

Qué es la apertura de una persona

apertura humana

La apertura de una persona es generosidad mental, es decir, la capacidad de compartir sus recursos internos, beneficios intangibles. Sin embargo, la sencillez, la honestidad y la receptividad son una pequeña parte de lo que hay en la superficie.

Una persona libre y abierta: ¿cómo es desde el punto de vista de la psicología? Una persona abierta se distingue por los siguientes rasgos:

  1. Extraversión. Pero esto no significa que un introvertido no pueda ser una persona amable y abierta. La diferencia es que el extrovertido es abierto, y a veces demasiado intrusivo incluso con nuevos conocidos, y el introvertido se abre totalmente a un círculo limitado de personas. Y también el introvertido necesita más energía para intercambiar energía mental.
  2. Humanidad y confianza en el mundo. Alguien que vive con resentimiento o con el miedo al rechazo social, a la traición, no puede ser abierto en la comunicación. Sólo una persona libre de complejos, traumas y otros problemas psicológicos puede ser abierta.
  3. Pensamiento positivo y tono vital. Las personas abiertas se caracterizan por la confianza en sí mismas, la resistencia de espíritu. Son capaces de ver oportunidades en lugar de obstáculos, reconocer sus errores y aprender de ellos. Pero lo más importante es que no temen hablar de sus experiencias negativas. Con su ejemplo personal, su confianza y su fortaleza, dan energía a los demás.
  4. Sinceridad y honestidad consigo mismos y con los demás. Las personas abiertas no hablan con frases ambiguas, no utilizan la técnica del «podría haberlo adivinado» y otras manipulaciones. No hacen promesas y esperanzas vacías. Hablan de lo que es importante, valioso e interesante para ellas. Siempre se escuchan a sí mismos y a los demás, y ayudan a los demás a aprender a escucharse a sí mismos.
  5. Sociabilidad y flexibilidad psicológica. A una persona abierta le interesa comunicarse con la gente, estudiarla y encontrar un enfoque único para cada uno. Es capaz de contar historias de forma interesante, de demostrar su postura con argumentos y de escuchar atentamente los contraargumentos del oponente. Está abierto a todo el mundo y a todo lo nuevo. Por supuesto, toda la información nueva la pasa por los filtros personales de la visión del mundo, es decir, no acepta ni comparte todo, pero está dispuesto a escuchar cualquier idea y pensamiento. También intenta deshacerse de cualquier prejuicio.

Importante: una persona de mente abierta tiene sus propios límites, principios y creencias. Y también respeta los límites personales de los demás. Por lo tanto, no hay que confundir apertura con obsesión, falta de tacto, egoísmo o algo parecido.

En qué situaciones es necesaria la apertura y en cuáles no

Hablaremos de cómo convertirse en una persona abierta un poco más abajo, pero por ahora vamos a esbozar cuándo es apropiado y cuándo no lo es ser abierto.

Las personas abiertas se atraen y se disponen. Sin embargo, la franqueza no siempre es adecuada y está justificada. Es necesario saber qué, cuándo y a quién se puede decir, y en qué situaciones es mejor guardar silencio, para que los malquerientes no utilicen la información obtenida para sus propios fines. Y también una apertura moderada y razonable protege de conflictos y situaciones incómodas.

Es inadecuado ser abierto en un entorno negativo y de forma negativa. Es decir, es mejor no expresar directamente las emociones negativas, la ira, la irritabilidad. Por supuesto, en general, hay que dejar salir y trabajar cualquier emoción, y en las relaciones es importante hablar de lo que no te gusta. Sin embargo, es importante asegurarse de que era tacto y no se convirtió en negatividad en su propia dirección. Es decir, hay que elegir las expresiones y evitar los juicios categóricos. Y también tenga cuidado al hablar de temas íntimos, sobre todo si sus preferencias en este ámbito difieren claramente de la orientación de la mayoría de la gente.

Es necesario distinguir claramente los niveles de las relaciones: contactos de negocios, comunicación estrecha, conversación con un amigo o colega, etc. Cada nivel tiene su propio límite de apertura permisible, pero sólo tú puedes determinarlo. Sí, por ejemplo, puedes decir que en el trabajo sólo hablamos de temas laborales, pero a veces los compañeros se convierten en amigos y entonces aumenta el grado de apertura entre las personas y, por tanto, se amplía la lista de temas. De todos modos, no debes revelar y derramar tu alma ante la primera persona que conozcas. Espera un poco, «siente» a la persona antes de dejarle entrar en tu mundo interior.

Cómo llegar a ser una persona abierta

¿Qué significa abrirse a una persona? Significa mostrarle una parte de tu mundo interior. ¿De qué tamaño? Sólo lo decides tú mismo.

¿Cómo ser una persona abierta en la comunicación? Sigue la regla de «hazlo sencillo». ¿Qué significa eso? Significa agobiarte menos con preguntas: «¿Y si me malinterpretan?», «¿Y si yo lo he entendido mal?» y preguntas similares. Ser más sencillo significa ser tú mismo, pero para ello necesitas entenderte y aceptarte.

¿Qué más te ayuda a ser una persona abierta? Vuelve a leer las cualidades de una persona abierta. Ahora piensa de qué careces. Desarrolla estas cualidades y concéntrate también en las siguientes recomendaciones.

Empieza a comunicarte más

Si aún te resulta difícil ser una persona abierta y abrirte a la gente en la vida real, empieza por relacionarte en Internet: entra en foros o únete a grupos sociales con temas afines a ti. Por ejemplo, puedes empezar tu comunicación hablando de una película o un libro. Comparte tu opinión, habla de tus asociaciones y sentimientos. Probablemente habrá alguien que comparta sus experiencias a cambio. Puesto que os gustó la misma obra, hay muchas probabilidades de que tú y esa persona tengáis algo más en común. Intenta encontrar todos los puntos en común y desarrolla cada tema. No tengas miedo de ser el primero en «coger la caña de pescar», de desarrollar un diálogo.

¿Cómo te abres a una persona en la vida real? Se aplica el mismo principio que en Internet. Empieza a comunicarte con un tema común y, a partir de él, dispersa docenas de temas más. Por supuesto, esto no siempre ocurre. Si se da cuenta de que la comunicación no cuadra, no pasa nada: deje a la persona en paz. No es el único en todo el mundo. Por cierto, aléjate poco a poco de tus únicos intereses y prueba algo nuevo, conoce a gente de otros círculos de comunicación, pídeles que te enseñen algo o que te cuenten algo.

Honestidad

honestidad

Si vas a contar historias inventadas o todo el tiempo pensar en cómo no decir demasiado o cómo no salir de la imagen, a continuación, una narrativa interesante, la facilidad y la apertura en la comunicación definitivamente no va a funcionar. Y también tarde o temprano te sentirás confundido en ti mismo y aún más cerrado. Si hablas de lo que es claro y cercano a ti, entonces un tren de pensamiento aparecerá por sí mismo. Lo único que falta es poner tus pensamientos en palabras.

Por supuesto, un discurso claro, bello y seguro es más agradable para el interlocutor. Pero si tienes dificultades para expresar tus pensamientos y sentimientos, no pienses en cómo decir cosas interesantes y bonitas, simplemente habla de lo que quieres decir.

Hable más de sí mismo

Cuente historias de vida divertidas y motivadoras. Pero hazlo de forma apropiada y nunca te pongas negativo. Esto significa que no debes hablar de tus problemas y enfermedades, ni quejarte de la vida. Sin embargo, si en una conversación privada un conocido cercano te pregunta por tus asuntos, es apropiado que lo cuentes. Pero es inapropiado limitarse a llorar, adoptando la posición de víctima. Es mejor hablar de los problemas en el contexto de superarlos.

Muestra respeto

Aprende a escuchar, apoyar y ayudar a los demás. Aprende la habilidad de la escucha atenta. La esencia del método es que no te limitas a escuchar a una persona y asentir al compás de sus palabras, sino que realmente intentas sentir, vivir lo que está contando, mirar el mundo a través de sus ojos. Si te piden consejo, cuéntales tu experiencia o lo que tú harías en una situación así. Si no te hacen preguntas ni te piden ayuda, no te impongas. Pero demuestra con tu discurso, expresiones faciales, gestos y postura corporal que estás dispuesto a ayudar a la otra persona.

¿Recuerdas que al principio de este artículo hablábamos de la flexibilidad psicológica y la amplitud de miras? Esto también se aplica al respeto hacia los demás. No juzgues ni condenes, pero intenta comprender a la otra persona. Sí, no estás obligado a compartir la opinión de alguien, pero debes comprender o al menos intentar comprender los motivos, las acciones de una persona.

Sea más positivo

positividad

Desarrolla el pensamiento positivo, así como el sentido del humor y la autoironía. Si puedes reírte de ti mismo, significa que nada puede sacarte del atolladero. Pero lo más importante es que nadie más podrá herirte, ofenderte, humillarte o insultarte. Si tienes sentido del humor, podrás reaccionar adecuadamente a las críticas, sobre todo a las incorrectas.

Mi experiencia

A juzgar por retazos de mis recuerdos y relatos de otras personas, desde que nací fui un niño activo y abierto. Me gustaba ser el centro de atención, actuaba en todo tipo de espectáculos de aficionados, me reía a carcajadas y con sinceridad, no tenía miedo de la gente. Y entonces irrumpieron en mi vida complejos y traumas, a causa de los cuales empecé a encerrarme en mí misma. Ya no podía ser abierta y amistosa con todo el mundo, tenía miedo de conocer a otras personas y comunicarme con ellas.

A solas con los «elegidos» (los que se han puesto a prueba a lo largo de los años y definitivamente me aceptan como a cualquiera), seguía siendo esa persona abierta y alegre. Y en principio era posible vivir así, pero hasta que fui al instituto. Y cuando terminé el instituto, quedó claro que era imposible vivir así.

En el curso de la introspección me di cuenta de que no había cambiado (como pensé al principio), sino que me había aplastado a mí mismo. En algún lugar de las profundidades de mi alma aún vivía esa chica alegre que sabe bromear, sonríe cuando se encuentra incluso con nuevos conocidos, se siente a gusto en la conversación, no tiene miedo de expresar su opinión o contar algo sobre sí misma, puede y quiere ser el centro de atención. Y me di cuenta de que yo carecía de esto.

Resulta que lo que necesitaba no era desarrollar la apertura, sino recuperarme a mí misma. Para ello era necesario deshacerse de inseguridades, miedos y complejos. También era importante encontrar mis fuentes de fuerza (aficiones, hobbies) y decidir mi profesión. En general, en mi opinión, la autoaceptación y la autorrealización en la vida ayudan a convertirse en una persona abierta.

No puedo decir que ahora sea tan activa y abierta como cuando era niña. Pero creo que hay dos razones para ello. En primer lugar, la edad es diferente. Desde hace mucho tiempo me oriento más hacia la calidad de los contactos que hacia la cantidad. Y no hay que olvidar la espontaneidad inherente a todos los niños. En segundo lugar, no excluyo que la excesiva sociabilidad y sociabilidad en la infancia fuera ya un mecanismo de defensa psicológico, porque entonces se me podía llamar más bien esclavo que líder. He aquí otra conclusión: apertura no es lo mismo que franqueza.

Para analizar mis progresos, me guío por este indicador: ahora no me da miedo relacionarme con la gente, pero a veces es difícil (sobre todo si el contacto se adentra en la espesura del «usted es psicólogo») y aburrido (ya he dicho que defiendo la calidad y no me gustan las conversaciones «sobre nada»). También dejé de tener miedo a las opiniones de los demás y de adaptarme a ellas, es decir, me volví realmente abierto, no cómodo.

Conclusión

Ahora ya sabe cómo convertirse en una persona más abierta y puede poner en práctica estos conocimientos. Sin embargo, no olvides que no todas las personas, debido a sus características psicológicas individuales, pueden ser abiertas con todo el mundo. Si entiendes que la restricción y la inmersión en tu mundo interior es tu peculiaridad y no una consecuencia de ningún problema psicológico, entonces no intentes rehacerte. No es necesario ser abierto con todo el mundo y siempre para ser una persona exitosa y feliz.

Fecha de actualización: 11-16-2023